Curso de civilizaciones clásicas indoamericanas

Sumario

 La leyenda de los hermanos Tupí y Guaraní: 6.000 años y más
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Año 1573. El misionero y poeta Martín del Barco Centenera llega al Río de la Plata con la expedición del Adelantado Juan Ortiz de Zárate. Al llegar a Asunción escucha, de labios de los kari'o, (cofundadores de Asunción, a la que llamaron Tava Guasú) una historia que ya nunca podrá olvidar.
Atlas de Joan Martines, año 1587. Biblioteca Nacional de España.










El relato dice que toda América del Sur ha sido descubierta y poblada desde tiempos remotos por dos hermanos que llegaron desde el otro lado del Atlántico, después de sobrevivir a una gran inundación. Barco Centenera, que piensa que le hablan del Diluvio y de la Atlántida, calcula rápidamente una fecha, a partir de la indicada por Platón: 9.000 años antes del propio Platón. Es decir, 10.973 años antes de que la expedición de Ortiz de Zárate arribara al Río de la Plata.

La versión de los kari'o, pueblo del tronco guaraní, dice lo siguiente: 

Al principio fue el caos, la neblina originaria. Entonces, Ñamandú se creó a sí mismo bajo la forma de unas raíces, luego un tronco, unas ramas y una copa hasta que tomó la forma de un árbol. Después su corazón comenzó a resplandecer hasta que la luz disipó las tinieblas. Ñamandú, el autocreado, creó también la Palabra creadora y los elementos fundamentales: el sol y el fuego, el agua, la lluvia y el trueno, la bruma, el humo y la niebla.
Selva nublada. Fuente: Wikimedia Commons. Autor: Fev














Después cruzó dos varas y sobre ellas asentó la Tierra. Para que los vientos no la movieran, la aseguró con cinco palmeras pindó cósmicas: una en el Centro, y las otras cuatro en cada extremo, de manera que una daba al Poniente, otra al Norte, otra al Oriente y otra al Sur. Al Poniente está Karaí, el fuego y el sol; al Norte están los vientos nuevos; al Oriente está Tupá, la luz y la morada del Sol, mientras que del Sur vienen los vientos fríos originarios. Sobre esas columnas también apoyó el firmamento. Alrededor de esta Tierra colocó el mar, el día y la noche, y en ella las plantas, los animales y los hombres, pero de todas las cosas tuvo la precaución de hacer un original (que colocó en su Morada) y una copia. El propio Ñamandú se hizo un compañero, Ñanderú.
Palmera pindó. Fuente: Wikimedia Commons. Autor: Mmcknight4



Pero entonces, Ñamandú y Ñanderú extrañaban la falta de una mujer. Y para crearla, hicieron una olla de barro y la taparon; cuando la destaparon, surgió Ñandesy. Contra la voluntad de Ñamandú, Ñandesy hizo el amor con ellos dos, y quedó embarazada de los dos: concibió mellizos. Ñamandú, contrariado, se fue a su Morada, pero Ñandesy, arrepentida lo fue a buscar. Sin embargo, por el camino, la devoraron los yaguaretés cósmicos. Pero los mellizos no murieron, porque la abuela de los yaguaretés los salvó y los crió. Ñamandú, apenado, revivió a Ñandesy.
File:Jaguarpickingupcub08.jpg
Yaguaretés. Fuente: Wikimedia Commons. Autor: John Harrison Flickr Photos
Mientras tanto Tupá, que había creado los genios, monstruos, divinidades menores, y cierto tipo de animales, quiso poner a prueba a uno de ellos, Añá, que era tío de los mellizos. Así, Tupá y Aña, competían, creando figuritas de arcilla a las que después dotaban de vida. Pero Tupá, siempre vencía. Por ejemplo, si Tupá creaba las aves, Añá, queriendo imitarlo, no conseguía más que crear sapos y ranas; si Tupá creaba un tornasolado picaflor, Añá, queriendo emularlo, no conseguía dar vida sino a un repugnante murciélago. Así también, mediante estas ceremonias buenas y malas, fueron creados los seres humanos.
Cerámica de Itá. Trabajos de Rosa Britez. Fuente: Wikimedia Commons. Autor: Aterovi
Después de esto Añá quiso probar a los mellizos. Buscó todas las formas posibles de engañarlos, de perderlos, de confundirlos. Pero al final, los mellizos lograron llegar a la Morada de su padre Ñamandú y de su madre Ñandesy, y ponerse a salvo.

Entonces Añá concibió el plan de engañar a un hombre llamado Jeupié, convenciéndolo de que hiciera el amor con la hermana de su padre. Esto provocó la ira de Ñamandú, quien envió un Diluvio que acabó con aquella Tierra primigenia. Pero como Ñamandú tenía siempre la precaución de hacer una copia de todo, hizo entonces otra Tierra como esa, aunque más imperfecta. A la primera Tierra se la llamó Yvy Tenondé o Yvymara'eỹ, a la segunda Tierra se la llamó Yvy Pyahu; pero los hombres nunca se conformaron con Yvy Pyahu, porque es imperfecta; extrañan a Yvymara'eỹ, porque era más perfecta, y la buscan en sus sueños, trances, y migraciones.


Pueblos originarios de la Amazonia. Proyecto retratos. Autor: Daniel Zanini H. Flikr Photos.




























Pero entonces había un profeta Tamandaré que anunció a los hombres de Yvymara'eỹ el Diluvio Universal, Mba'e-megua guasú. Y dos hermanos, que se llamaban Tupí y Guaraní, subiéndose a dos palmeras pindó cósmicas, de las cinco que había plantado Ñamandú, lograron salvarse del Diluvio. Eran hijos de Tapeykuá, (llamado también Áuar) un hombre primigenio de la Tierra primigenia surgido del agujero del Océano primigenio.

Tupí y Guaraní, la primera raza de seres humanos, cruzaron las aguas que había dejado el Diluvio hasta llegar a la nueva Tierra. Enciclopedia Hispano Americana, Nueva York y Barcelona, hacia 1914. Artículo sobre Paraguay.


Según la tradición, habrían desembarcado en las costas de Brasil, en Cabo Frío, donde se han hallado restos arqueológicos que tienen 6.000 años de antigüedad:

''Por la antiquísima tradición que corría en esos tiempos entre los indios guaraní, referían estos que dos hermanos con sus familias, de la parte del mar llegaron embarcados a Cabo Frío, y después al Brasil. Por todas partes buscaron otros hombres que les hiciesen compañía. Pero los montes, las selvas y campiñas solo estaban habitadas de fieras, tigres y leones [yaguaretés, colocolos, etc]. Con esto se persuadieron ser ellos los únicos habitadores del terreno, y resolvieron levantar ciudades para su morada, las primeras, según ellos decían, de todo el país''. José Guevara, Historia de la conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán, 1882.

Otra versión indica que se establecieron a orillas del río Araguay, en el corazón del Mato Grosso. Desde allí emprenderían migraciones en sentido Este Oeste o también en sentido circular. Los descendientes de Tupí, el mayor, se expandieron por las costas de Brasil, y los de Guaraní, el menor, por Paraguay y el interior de América del Sur.

La historia de Tupí y Guaraní, desde que llegaron a la Tierra Nueva, imperfecta, hasta que se separaron, es la siguiente:

''Eran verdaderos Kü'imba'e (dueños de su lengua), respetuosos y solidarios, el uno con el otro. Pero, un día, las esposas disputaron por la posesión de un loro grande y hablador. Como eran Kü'añá (lengua de Añá), armaron tal riña que fue imposible reconciliarlas. A raíz de la desavenencia de sus mujeres, los hermanos comprendieron que la tribu había crecido tanto que resultaba imposible seguir todos juntos. Se separarían en dos grupos, expandiéndose por territorios diferentes. Decidieron que uno de los grupos emigraría hacia el Oeste y el otro al Este''.


La historia de Tupí y Guaraní entusiasmó a Martín del Barco Centenera, que la incluyó en un poema épico, que terminó de escribir en 1601, La Argentina. A través de su imaginación, Barco Centenera intenta recrear la travesía marítima que aparece referida en la tradición de los kari'o, y que el poeta identificó con un épico cruce del Océano Atlántico luego del hundimiento de la Atlántida. 

Además, suponía que los tupí guaraníes eran de origen ibérico, más precisamente extremeño, de donde habían sido expulsados en tiempos remotos por los jafetitas (los descendientes de Jafet), luego de haber intentado conquistar la Península Ibérica en sangrientas guerras caníbales prehistóricas. Barco Centenera llegó a esta hipótesis después de haber leído a Platón, quien sostenía que los habitantes de la Atlántida había tratado de conquistar Grecia antes del hundimiento de la Atlántida, es decir hace unos 11.500 años.

''Expulsos de la tierra, fabricaron/ los barcos y bateles que pudieron/ y a priesa muchos de ellos se embarcaron,/ y sin aguja al viento velas dieron/ A las furiosas aguas se entregaron, / y así de Extremadura se salieron; / y a las islas, que dicen Fortunadas, / aportan con sus barcos destrozados''.

'[...] Llegando, pues, allí, ya reformadas/ sus barcas y bateles, con gran brío,/ tornáronse a entregar a las hinchadas/ ondas del bravo mar a su albedrío. /Los barcos iban rotos, destrozados,/ cuando tocaron tierra en Cabo Frío,/ que es tierra del Brasil, yendo derecho/ al Río de la Plata y al Estrecho''.

Como prueba del parentesco de los guaraníes con los ibéricos, presentó el padre Gregorio García, en su Tratado de los Indios del Nuevo Mundo, escrito en el siglo XVI, la palabra tuval o tubal, que mientras en guaraní significa ''padre'', en la Biblia es el nombre del antepasado común de un pueblo que podría identificarse con los ibéricos.

Leer más sobre este tema en la entrada:

http://cursodecivilizaciondeamericalatina.blogspot.com/2014/09/curso-de-civilizaciones-clasicas.html


 Caral: Cuando las pirámides tienen 5.000 años


 Tamoanchán, una tradición señala la antigüedad de la civilización en México

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